DÍA 6: HISTORIAS DE LA CALLE

Entre la rutina de cada día, la facultad, las lecturas obligadas, las lecturas deseadas, las películas y series. Entre todo ese remolino de cosas que debería hacer y las cosas que hago, me perdí hasta el punto de dejar de escribir tanto como lo hacía antes. Por eso, me propuse volver a hacerlo regularmente pero en juegos. Escribir cosas más espontáneas y compartirlas, como hacíamos en el Taller Literario que daba Marta Rodríguez.❤
Así que cada semana, cada odioso lunes, voy a publicar cosas que escribí jugando. Acepto retos o propuestas.

Día 6:
Esta historia nació a partir del "III Concurso de Historias de la calle" del Club de Escritura. La consigna era escribir un relato a partir de una calle X, incluyendo una fotografía de la misma o un mapeo a través de Street view.
Aunque lo escribí en el día, en muy poco tiempo, no llegué a publicarlo ya que habían cerrado el plazo. No obstante, el ejercicio me gustó y creo que vale la pena compartir mi cuento (sobre todo porque estoy inactiva por acá desde hace tiempo).

Una noche que andaba de paseo por mi queridísimo Toulouse, atravesando la Rue-Saint Jacques.


La otra calle

Volvía de lo de Raphael a las dos de la madrugada. Caminaba sola, una mala costumbre pueblerina que me cuesta extinguir. Desde que me mudé a Toulouse mamá no deja de mandarme audios preocupada: “No andes sola, si estás lejos tomate un taxi, pagá lo que sea, pero no te muevas sola”. Y si mamá supiera que la plata no me alcanza y que aún me dejo asombrar por cada cosa que esta ciudad me ofrece, tal vez comprendería por qué elegí no hacerle caso.
Atravesaba la Rue-Saint Jacques, una callecita que encuentro mágicamente hermosa. En sus casas viejas y rudimentarias suelo escuchar susurros e historias olvidadas. Casi todo allí tiene vida propia y hechiza, por eso jamás me canso de recorrerla. Las casas de ladrillo rojizo con ventanas altas, edificios pequeños de tres plantas donde imagino que vive una anciana que lee el futuro en las manos o una vieja concheta que no puede morir o una que niña de bucles marrones que siempre me saluda desde el tercer piso y hace burbujas que explotan en mi nariz.
El brillo se acaba y veo la ventana abierta de la casa amarilla, donde unos pibes me gritan algo en un francés que no entiendo y me desespera. Yo los ignoro, me hago la que no escucho porque tengo la música a todo volumen, y es cierto, pero sus gritos sobrepasan el sonido de los lamentos de Oliver Sykes.
Entonces comienzo a sentir un poco de miedo, porque la mezcla de porro y birras me hacen sentir más indefensa. Y Paúl el marsellés viene a mi mente, aunque en el fondo sé que no es real, muy en el fondo sé que yo tampoco lo soy.
Avanzo con miedo, a paso rápido (aunque me sienta un caracol). Cada cinco pasos paso bajo la luz blanca del farol, tres pasos después me sumerjo en las sombras. Ahora las historias que me susurra la calle me asustan: “acá mataron a una piba, caminaba sola de noche…como vos”.
Y de golpe se me ocurre pensar en las calles del pueblo donde nací, recuerdo cuando volvía tarde del taller literario en otoño, y siento una melancolía inmensa. Extraño un poco mi hogar, la tristeza de las hojas amarillas, el cielo estrellado, la neblina a lo lejos, las manos calientes dentro de la campera polar, el olor a guiso y madera quemada en el ambiente. Extraño a Marta y extraño a mi mamá, tanto pero tanto que hasta extraño sus retos.
Pero estamos tan lejos.
No importa, yo elegí esto, es lo que quería. Ir a donde estuvieron los escritores que amo, salir de mi pequeño pueblo para vivir en un anonimato sano. Yo quería este idioma romántico y gutural, estas callecitas de siglo viejo, este aroma a flores marchitas.
La música de mis auriculares deja de sonar, un silencio de misa lo invade todo, hasta que oigo los pasos. Alguien se acerca y vuelvo a temblar. Hago un paso y escucho un paso allá adelante, pasando de la curva. Me entran las dudas de si seguir o volver, pero atrás había un grupo de hombres borrachos y no sé qué prefiero ¿lo desconocido, tal vez? Sigo.
Hago dos pasos, escucho dos pasos. En aquel silencio intenso, nuestro andar retumba. Clap, clap, clap. Estoy llegando a la esquina y la música aún no suena, pero temo cambiar de álbum, no quiero dejar en evidencia que no tengo mi escudo anti-acoso callejero.
Me tomo de las manos y toco uno de mis anillos, un tic que tengo cuando algo me pone nerviosa. De pronto las voces vuelven a decir: “acá mataron a una piba, caminaba sola de noche…como vos”. Y la vieja que lee el futuro me dice: “A Paúl no lo encerraron, en realidad está suelto y suele frecuentar este barrio”. Paúl. Pero Paúl asesinaba en París, y Cortázar se lo inventó todo. El otro cielo, no es este. No tengo que temer por eso. Basta.
De repente, veo una sombra en la calle, deforme y larga que parece doblarse y quiere tocar mis piernas. Me corro al costado y la esquivo. Dos pasos, tres pasos, dos pasos, cinco pasos. Clap, clap, clap. 
La sombra comienza a encontrar dueño mientras doblo la esquina. Voy mirando el suelo, siguiendo el camino oscuro hasta ver a quien me conduce. Antes me llega su aroma “La petite robe noire”, el perfume que me regaló mi novio.
“Es una chica”, digo para mis adentros y suspiro.
Algo en ella me llena de curiosidad. Miro sus borcegos negros exactamente iguales a los míos, sus piernas con medias can-can, la pollera negra abotonada, su remera blanca, su cabello largo y rojizo.
Esa que viene soy yo, esa que va soy yo. 
Y sonreímos cómplices, porque ya no tenemos miedo.






Para chusmear un poco la calle toulousiana: 

Comentarios

  1. Tenemos un nuevo juego para cuando nos juntemos con los anormalitos de periodismo. No me puedo acordar el nombre, pero seguro lo conoces. Se pasa una hoja, el primero escribe una frase y la ultima palabra la deja en el renglón de abajo, dobla la hoja de forma que no se pueda ver su frase, pero si la ultima palabra y el otro escribe otra frase debajo que empezaria con la primer palabra que ve ahi (que seria la ultima del que escribio antes).No se si entiende jaja. Y asi, se forma un poema. Que a veces tiene sentido y a veces (las mas) es medio un sinsentido. Pero esta bueno para hacerlo de a muchos y a veces termina saliendo algo que, por lo menos a mi, me hace reir tres dias. .Hay que hacer que se prendan lo unico xD.(aca tenes una propuesta para escribir incluso cuando comamos un asado) jaja.

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    1. Tipo un cadáver exquisito. Daaaale <3 hay que hacerlo. Te quiero Shushu

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